lunes, 22 de marzo de 2010

PEDRO Y EL LOBO(cuento)

Sucedió una vez, en la lejana Rusia, que vivía un niño llamado Pedro con su abuelo y un gato llamado Boris en una cabaña al lado del bosque.Los tres vivían muy felices.La cabaña era muy linda. El abuelo leñador muy listo, había construído la cabaña con troncos de pinos cortados en el bosque.Este bosque era espeso y oscuro, y a través de él discurría un camino que llevaba a la ciudad, distante muchos kilómetros, donde vivía el grande y poderoso Zar de todas las Rusias en su bello palacio.


El frío invierno había pasado. Cada día el sol calentaba más. Los pinos reverdecían con nuevas hojas y la nieve iba desapareciendo paulatinamente !. La alfombra de nieve sobre los campos desaparecía poco a poco y ya era casi imperceptible.


-¡Ha llegado la primavera, ha llegado la primavera! -gritó Pedro- ¡Parecía que no iba a llegar nunca!


Era muy feliz porque los cortos y oscuros días habían pasado. Deseaba recorrer los campos para ver si las flores asomaban ya sus lindas cabezas sobre el suelo, pero el abuelo no le permitía salir solo de la cabaña.


- Nunca debes ir solo por el bosque - le decía con voz tierna-.Los lobos pueden comerte si te cogen. Hay grandes manadas de lobos de ojos salvajes y afilados dientes rondando el bosque. Son muy fieros y a veces cuando están hambrientos penetran en las ciudades en busca de alimentos. A menudo, durante el invierno, salen del bosque y llegan hasta la puerta de nuestro jardín, aullando, aullando.


Pedro y su gato oían al abuelo relatar estas historias al calor de la lumbre.


Una mañana Pedro se despertó temprano. Un rayo de sol entraba por la ventana. Había olvidado ya las historias de lobos. El abuelo aún dormía placenteramente en su cama.




Lenta y silenciosamente, Pedro se levantó. Se puso su chaqueta de piel de cordero, porque aunque el sol alumbraba ya, la mañana era fría. Abrió la chirriante puerta de la cabaña. Temía que el ruido pudiese despertar al abuelo. Al fin la puerta se abrió del todo. Pedro corrió a través del jardín, abrió la cancela y salió hacia la verde pradera. ¡Al fin era libre!


Todo era tan bonito que Pedro saltaba y brincaba de alegría. El cielo se veía de un hermoso azul entre las hojas verdes. Todas las flores -unas azules como el cielo, otras blancas como la nieve, algunas rojas como el sol poniente- se estaban abriendo, formando una maravillosa alfombra.


Las nieves del invierno, al fundirse, habían formado un hermoso lago en medio de la pradera. Todo estaba muy tranquilo. No se oía ruido alguno. El bosque estaba silencioso, salvo el piar de los pajarillos y el susurro del aire entre las hojas.Un lindo pajarito de alas azules se posó sobre las ramas de un árbol cuyas verdes hojas casi le cubrían.

Pedro lo reconoció. Se trataba de un viejo amigo suyo. Cada primavera este pajarillo era el primero en aparecer en aquella campiña, procedente da las cálidas tierras del sur. Pedro siempre se alegraba de verle. Por él sabía que la primavera había llegado y que pronto vendrían otros pájaros de regreso a hacer sus nidos.

El pájaro cantaba una linda canción.


Pedro permanecía silencioso oyendo su canto.

Como había olvidado cerrar la puerta del jardín, un pato se salió y se acercó graznando. A Pedro le indignó esta interrupción y espantó al estúpido pato, que se alejó hacia el nuevo lago, deseoso de tomar un baño.

Cuando el pajarillo vio al pato, voló hacia el batiendo suavemente las alas. Le dijo con su imperceptible voz:

-¡Pato, no eres pájaro si no puedes volar!

El pato miró altaneramente al pajarillo y respondió:

-¡Escucha, pequeño piante: no eres pájaro si no puedes nadar, así que cierra el pico!

Como veis, no se puede decir precisamente que fueran buenos amigos. Siempre que se veían discutían. El pato despreciaba al pajarillo.

Pero éste no se daba por vencido tan facilmente. No estaba dispuesto a tolerar un insulto como este. Se dirigió hacia el pato y, elevando el tono de sus trinos lo que más podía, le increpó mientras este nadaba por el lago. Al mismo tiempo batía furiosamente sus alitas.

Era un espectáculo simpático.


Pedro vio algo que se mvía en medio de la alta hierba.

Se trataba de Boris, el gato, que también contemplaba todo lo que sucedía.

-¡Miau,miau! ¡Este pájaro habla mucho! ¡Voy a cazarlo y a comémelo!

Mientras el pájaro se excitaba cada vez más, el gato trepaba y trepaba por un árbol desde el que se disponía a saltar.

--¡Oh, mira! -exclamó Pedro.

Esto alarmó al pájaro, que, volando, se posó en la rama más alta, mientras el gato caía al lago.

Indignado quiso de nuevo trepar al árbol. Pero al ver que no llegaba adonde el pájaro había subido, meditó:

"Ciertamente, estoy hambriento y este pajarillo calmaría mi apetito, pero la verdad es que es muy lindo. ¡Le dejaré ir!


De pronto sonó el chirrido de la puerta. Era el abuelo. El sol brilló en su blanca barba mientras blandía su bastón hacia Pedro. Estaba muy indignado. Se acercó al niño.

-Eres un niño muy malo -dijo-.Te he dicho repetidas veces que esta pradera es peligrosa. ¿Qué sucedería si viene el lobo?


-Pero abuelo. Es todo tan bonito....-dijo Pedro-. -Sólo quería jugar un poco.

Como veis, Pedro no le temía a los lobos.

El abuelo no le quiso escuchar. Cogió a Pedro de la mano sin permitirle hablar, le metió en casa, y cerró la puerta tras él.

Apenas habían llegado a la cabana y ........qué creeis que sucedió.....

Pues que salió del bosque un grande y fiero lobo gris.

Se acercó poco a poco, arrastrándose por el sendero, astutamente, olisqueando el aire con su negra y brillante nariz y grunendo siempre.

Qué conmoción! El gato se subió presurosamente al árbol en un decir amén.

El pato salió disparado del lago, graznando atemorizado. Realmente, no era tan tonto como parecía. El lobo corrió tras él, ganándole terreno poco a poco hasta que al finm estuvo cerca de su cola. Entonces dio un gran bocaaaaado y.......se la tragó!


La situación era terrible.

El asustado gato, con los pelos de punta, estaba encaramado en una rama del árbol, y el aterrorizado pajarillo, sobre otra, por cierto no demasiado cerca del gato.

Debajo estaba el lobo, que tras haberse engullido al pato, rondaba y rondaba el árbol, mirando hacia lo alto con fieros ojos. Era un lobo terrible.


Pedro, detrás de la ventana, había contemplado la escena desde el principio y temía por la suerte que pudieran correr sus amigos Boris, el gato y el pajarillo.

Salió al jardín.

Se situó detrás de la cancela, que naturalmente estaba cerrada. Tenía el consiguiente miedo mientras miraba al horrible lobo gris rondar el árbol.

Pensaba en la escopeta del abuelo. Pero quizás esta no sería la solución, pues era muy grande y Pedro era aún muy pequeno para manejarla. Súbitamente Pedro tuvo una idea.

Entró en la cabana y cogió un rollo de fuerte cuerda que el abuelo guardaba en el armario y salió otra vez. El abuelo estaba muy ocupado haciendo el desayuno y no le vio. Pedro trepó a la valla del jardín, hasta que pudo alcanzar una rama del árbol. Se sujetó bien a ella y lentamente y con todo cuidado se encaramó al árbol. Llegó cerca de donde estaba el pajarillo y le susurró:

-Sal volando hacia la cebeza del lobo y moléstale todo lo que puedas! Y sobre todo, no te dejes atrapar!

El pajarillo asintió, quizás con algo de miedo, pero como era muy valiente hizo lo que Pedro le había pedido. Por otra parte, tuvo plena confianza en Pedro, pues era su amigo.
El pajarillo,efectivamente, voló desde la rama de forma tan rápida que casi tocó la cabeza del lobo con sus alas. Este le miró furiosamente. Rondó y rondó la cabeza de la fiera agitando sus alas vigorosamente,hasta que consiguió enfurecer y poner frenético al lobo, el cual se puso sobre sus patas traseras abriendo sus enormes fauces tanto como podía, dando dentelladas reiteradamente.. A pesar de que lo intentó no pudo atrapar al listo pájaro.
Mientras Pedro había hecho un lazo en un extremo de la cuerda, la balanceó en el aire y muy cuidadosamente intentó engancharlo en el grandde y peludo rabo del lobo, hasta que lo atrapó, tirando de la cuerda seguidamente. Tras esto, sacando fuerzaas de flaqueza lo sujetó a la rama del árbol mientras aquel se debatía.
El pajarillo se alejó tan rápido como pudo. Boris, el gato, descendió aprisa del árbol y se escondió entre la hierba, desde donde, a prudente distancia, contempló lo que ocurría.
El lobo estaba estupefacto. Atrapado en una postura muy embarazosa, deba saltos y saltos poseído de terrible furia, intentando lioberarse. Rugía, aullaba e incluso gemía, pero no podía zafar el rabo de la cuerda.
Pedro había atado el otro extremo de la soga al árbol, de tal modo que cuanto más saltos daba el lobo, más fuertemente se aprisionaba.
Estaba lo que se dice atrapado.
De pronto.......la puerta se abrió. Era el abuelo, que había oído el estrépito y venía presuroso.
-¿qué diantres sucede aquí?
Entonces vio al enorme lobo sujeto al árbol y a Pedro erguido sobre una rama. El abuelo quedó tan atónito que no pudo articular palabra, ni moverse de su sitio, paralizado de estupor y sorpresa.
El lobo seguía aullando frenéticamente y dando fuertes tirones de la cuerda, que permanecía firme. A pesar de su fortaleza, no podía escabullirse. ¡Era un espectáculo fantástico!.
Entonces, procedente del bosque, llegó un ruido parecido a un trueno. El abuelo se estremeció, temblando como un flan. Pedro se deslizó entre las ramas oteando para ver qué era aquello.
Se trataba de los cazadores del ZAR,que seguían el rastro del lobo. Habían estado galopando como el viento sobre sus poderosos caballos, cuyos cascos retumbabanbsobre el suelo. Pronto pudieron ser divisados, hasta que por fin, y en medio de una nube de polvo, llegaron al lugar.
Ofrecían un aspecto deslumbrante. Los cazadores portaban magníficos trajes de cuero, con hebillas brillantes y altos gorros de piel sobre sus cabezas. Iban provistos de largas y potentes escopetas que blandían al aire. Sus lustrosos corceles ( los había blancos, castaños y negros) tenían largas crines, pulidos cascos, ojos brillantes y poderosas grupas. Constituían una de las más lucidas formaciones de caballeros al servicio del zar.
Pedro gritó desde el árbol:
-¡No disparen, no disparen! ¡ El pajarillo y yo hemos capturado al lobo!
Durante todo ese tiempo el lobo segúía aullando. Daba vueltas y vueltas alrededor del árbol como un desesperado intentando zafarse de la trampa. Todo inútil. No podía liberarse.
Cuando los cazadores oyeron a Pedro, detuvieron sus corceles y en el aire quedó flotando una nube de vapor procedente de los belfos de los animales.
Pedro bajó del árbol y se dirigió a ellos.
-¡Hemos capturado al lobo!-repitió exitado-. ¡El pajarillo y yo hemos capturado al lobo!
Entonces los cazadores vieron al lobo, al tremendo y feroz lobo atapado por el rabo. Quedaron estupefactos. Nadie había visto jamás un lobo en semejante postura. Nadie había oído jamás que un lobo hubiese sido capturado de este modo.
Los cazadores bajaron rapidamente de sus caballos y se acercaron para contemplar a la fiera.
El que parecía ser el capitán estrechó la mano de Pedro.
-Eres un chico listo-felicitóle-. Este es el terrible lobo que tenía aterrorizada a la ciudad.
-Ciertamente-ratificaron a coro los cazadores- Es exactamente como la gente nos lo había descrito: grande, pardo y fiero.
-Ha estado robando gallinas, arrasando jardines e incluso asaltando tiendas para robar comida-dijo el capitán.
-También ha estado atacando a personas y animales, causando heridas-añadieron los del séquito-. Sin duda has sido un valiente al capturarlo.
-Al zar le agradará conocer la noticia-dijo el capitán-. Ven con nosotros a regoger el premio que sin duda te corresponde.
Los cazadores provistos de cuerdas, ataron fuertemente al animal, que pronto quedo inmovilizado a pesar de que hizo grandes esfuerzos para impedirlo.Afortunadamente los hombres tenían mucha fuerza y no les fue difícil hacerse con él y afianzarlo a la grupa de un caballo.
Tras esto saltaron nuevamente sobre sus corceles. El abuelo les contemplaba sin poder articular palabra. El capitán de los cazadores levantó el brazo y gritó:
-¿Listos?.
Se pusieron en marcha.
Pedro iba en el sitio de honor, presidiendo el desfile. Marchaba erguido y arrogante como un soldado. Pero estaba tan excitado ante la perspectiva de verse ante la presencia del zar que, por dentro, no sabía si reir o llorar de emoción.
Detrás de Pedro iban los cazadores portando al loboy marcando el característico paso militar de caballería.
Detrás del escuadrón iban....... el abuelo y Boris, el gato. No querían perderse el espectáculo.
El abuelo iba muy orgulloso, pero un poco disgustado porque nadie le había pedido ayuda. Por otra parte, pensaba lo que podría haber ocurrido si Pedro no hubiese capturado al lobo, sino que hibiera sido al revés. Pedro estaría muerto y él desconsolado.
Delante de todos, volando, iba el pajarillo piando alegremente.
-Observad qué listos somos Pedro y yo. pío, pío.... Mirad nuestra presa. Nunca antes de ahora un pájaro había ayudado a capturar a un lobo -piaba.
Sii hubieseis estado allí y prestado mucha atención hubiéseis podido oir unos tenues graznidos que procedían del interior del lobo. Se trataba del pato al que el lobo hambriento había engullido vivo.
El brillante cortejo prosiguió su marchaa, hasta que al fin llegó a la ciudad. El júbilo de la gente fue indescriptible. Todos los habitantes salieron de sus casas, cerraron sus tiendas y abandonaron los negocios. Las mujeres dejaron sus quehaceres....Los hombres abandonaron sus trabajos. Los niños dejaron sus juegos. Se alinearon a lo largo del camino para contemplar el fascinante espectáculo.
Todos agitaban pañuelos en las manos y vitoreaban a Pedro con tal fuerza que este se sintió orgulloso. Así llegó el cortejo hasta el maravilloso palacio situado en la colina donde el zar de todas las Rusias tenía su dorado trono. Esperaba a Pedro con la corona sobre la frente y el cetro en la mano.
Quedó muy complacido de conocer a Pedro. El abuelo también tuvo el honor de ser presentado al Zar, el cual saludó asimismo a Boris, el gato y al pajarillo.
Ordenó matar al lobo, y que se entregase a Pedro una recompensa. Hay quien dice que el pato fue liberado vivo y que salió graznando del vientre del lobo, prometiendo tener más cuidado con esta clase de fieras en lo sucesivo.

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